Mas all� del
indudable valor cient�fico, educativo y cultural que representa la astronom�a y la
capacidad de acceder a la luz de las estrellas, hemos de reconocer que su incidencia y los
beneficios que reportan en la actualidad no son, por lo general, suficientemente conocidos
o valorados. Muchos de los grandes avances en el desarrollo de las comunicaciones, de los
sistemas de navegaci�n e, incluso, en las tecnolog�as m�dicas avanzadas de proyecci�n
de im�genes, han de ser atribuidos al desarrollo de la moderna astronom�a.
Hoy podemos
considerar que el universo es un laboratorio que atesora una infinidad de conocimientos
sin descubrir, y que de su observaci�n se desprenden d�a a d�a nuevos logros
cient�ficos y beneficios tecnol�gicos. Por ello, el papel de la astronom�a y de los
observatorios astrof�sicos ha de ser contemplado desde una visi�n mucho m�s amplia.
Sin embargo,
el acceso a este recurso, que puede aportar conocimientos y beneficios ilimitados para la
civilizaci�n actual, se ve seriamente amenazado por el imparable incremento de la
contaminaci�n lum�nica, las perturbaciones radioel�ctricas y la contaminaci�n
atmosf�rica. Factores todos que tienen una especial incidencia en la calidad de la
visi�n nocturna del firmamento.
Lo que
podemos considerar como el derecho a la observaci�n de las estrellas tiene tambi�n otras
muchas dimensiones que afectan directamente a m�ltiples facetas de nuestra vida. La mera
oportunidad de observar el firmamento es un componente indiscutible de la calidad de vida
cotidiana de los ciudadanos, y es tambi�n un referente que permite valorizar y
redescubrir el inmenso patrimonio cultural tangible e intangible que la humanidad ha
acumulado observando los limpios cielos nocturnos.
Una buena
parte de nuestro patrimonio cultural se fundamenta en la astronom�a o conocimiento
de la estrellas. Stonehenge, Tebas, Giza, Chichen-Itza, Delos o Mesa Verde son solo
algunos de los monumentos que simbolizan este legado, al que hay que sumar la infinidad de
manifestaciones art�sticas y etnogr�ficas que se conservan en todas las latitudes de la
Tierra. Un patrimonio que tambi�n se expresa en las medidas del tiempo y en el arte de
navegar en todas las �pocas, en la lectura del firmamento para saber como obtener
abundantes cosechas, o en ese espacio imaginario en el que muchas culturas han basado las
predicciones del futuro.
Desde
Arist�teles a Cop�rnico o Galileo, la astronom�a ha marcado la historia de la ciencia y
la percepci�n cultural del mundo. Muchas de las manifestaciones relacionadas con las
estrellas refuerzan la identidad de pueblos y culturas. Incluso algunas de las grandes
rutas del conocimiento, la peregrinaci�n o el comercio han sido dise�adas con las
estrellas. Tal es el caso del Camino de Santiago sustentado por la V�a L�ctea, la
cosmogon�a en la que se basa la peregrinaci�n a La Meca o el impresionante recorrido
astron�mico que aflora en la Ruta de la Seda.
Tampoco
debemos olvidar que la visi�n de los cielos limpios en la noche son la base y el
atractivo del desarrollo tur�stico en muchos destinos del planeta, aportando infinitas
visiones, del mar a las altas monta�as, contemplando las auroras boreales o los limpios
cielos de los desiertos. Un destino que ha pensado en su futuro de este modo es la Isla de
La Palma, declarada Reserva de Biosfera por la UNESCO, donde la astronom�a y la
observaci�n astrof�sica constituyen uno de los principales activos cient�ficos,
culturales y tur�sticos de la isla.
S�lo desde
hace unos a�os es cuando hemos comenzado a percibir que la nitidez del cielo tiene
tambi�n una influencia decisiva en la conservaci�n de la biodiversidad y en los
ecosistemas naturales. Solemos olvidarnos de que m�s de la mitad de los seres vivos son
nocturnos, por lo que la p�rdida de la calidad del cielo nocturno repercutir�
progresivamente y de forma impredecible en el equilibrio de la biosfera.
El derecho a
la observaci�n de las estrellas y a un cielo limpio representa algo que va m�s all� del
hecho de garantizar el desarrollo de la ciencia o el disfrute de las personas, ya que
implica tambi�n un compromiso con la conservaci�n del medio ambiente y la posibilidad de
disponer de los beneficios tecnol�gicos, econ�micos y culturales que proporciona de
forma continua. Es tambi�n, al fin y al cabo, un compromiso con las generaciones futuras. |